Artista mexicana (Poza Rica, Veracruz) recorre continentes al ritmo de danzas y cantos mesoamericanos para llegar al fondo de sus raíces. Impregnada de diferentes matices y colores, vive y revive orgullosa sus tradiciones.
Fofo: Jennifer Cabrera Fernandez © LinkedIn
En busca de su antepasado africano: la tercera es la buena
La danza afro-contemporánea y el deseo de mantener vivas las raíces del México antiguo son pasiones que mueven a la pozarricense. A ello se dedica en cuerpo y alma. El estudio de sus tradiciones culturales y del diluido vínculo con el continente africano converge con su lado artístico, en la música, la danza y los ritmos tradicionales, mezcla de negros, indios y mestizos. La Afrixicana, como ella misma se define, prepara un libro enfocado en la “tercera raíz” : la afro-cultura mexicana, designada así por algunos antropólogos, como una reivindicación hacia los esclavos arrancados de África y desembarcados en puerto jarocho, que anticiparon a los conquistadores españoles.
La experiencia de dirigir al grupo afro-contemporáneo Orunla Iya, al grupo de baile y canción afro Le Diásporas, y su contribución con el grupo de percusión africana Mamafoli (2012), son el fundamento de sus sincretismos y enlaces musicales. Refiriéndose a México y a sus influencias culturales, Jennifer comenta: “somos un país con una enorme gama multicultural”.
Siempre emigrando, cruzando mares y cenagales, procura permanecer en contacto con su pueblo, lleno de costumbres aún vigentes, a pesar del tiempo y sus transformaciones. A cuatro años de su última visita, regresó feliz a su México lindo y querido en agosto del año pasado, para impartir el taller de danza afro-contemporánea, para niños: “Kambará”. Dicho taller se llevó a cabo en la casa de cultura de Poza Rica, en donde la etnocoreógrafa comentó: “lo importante es transmitir el arte”, evocando un interés genuino por influir en el desarrollo de la niñez y mantener vivas las tradiciones.
Jennifer es “la mejor cara de la inmigración”
La inmigración es la clave principal de su desarrollo artístico. Su vida privada y profesional están estrechamente ligadas. La importancia de revivir y aprender sobre su cultura y sus orígenes son piedras angulares en las que se basa su trayectoria profesional. A pesar de algunos años difíciles, nunca abandonó su brecha artística. Sin dejarse vencer, insistió en su propuesta musical y dancística que hicieron de ella la Hija predilecta de Cazones de Herrera, la artista que es ahora.
Jennifer voló como lo hacen los de Papantla, de vuelta a su tierra, y fue ejemplo de arraigo a sus orígenes (una mezcla de culturas maya, azteca, africana y española) protagonizando así: Raíces (Radici) la otra cara de la inmigración, para la televisión italiana. Este programa contó su historia y trayectoria mientras recorría su estado veracruzano y zonas conurbadas de la ciudad de México.
Ella forma parte del fenómeno de la inmigración en México; un talento que decidió salir a explorar sin temor a que las múltiples influencias nublaran su identidad mexicana. Pues, entre tantos matices y colores tan parecidos, se vuelve difícil poder escoger a lo que Jennifer afirma: “cuando la rueda de los matices gira, te das cuenta de que eres un solo color”. En ese regreso a sus raíces, al tiempo que la televisión italiana mostraba su proveniencia humilde, confirma: “¡no se me ha olvidado!”.
Canta de nostalgia, cuando llorar no puede
La bota del Mediterráneo le sienta bien a Jennifer. Venecia la acogió como lo han hecho otros países con sus compatriotas mexicanos, como Lila Downs quien conquistó a los Estados Unidos o Rodrigo y Gabriela, el dúo de guitarras que ganó fama en Irlanda y posteriormente el resto de Europa. Su gran punto de referencia: la cultura mesoamericana en México; la ha llevado a desarrollar, interpretar y reinterpretar, a través de los estilos contemporáneos, toda la riqueza cultural mexicana.
Lejos de su tierra natal, la invade una enorme melancolía, y decide desahogarse artísticamente a través de La cumbanchera y los tequileros, cantando y danzando al puro estilo de cabaret mexicano.
Foto: Jennifer Cabrera Fernández © Facebook
Con ritmos tradicionales, pero con influencias europea, jazz, rock, afro, entona las canciones mexicanas más populares. Así reinterpreta la tradición mexicana, y de otros países de América Latina, mostrando el amor por sus tradiciones, con alegría y pasión. Inspirada en los falsetes del “son jarocho” de su tierra (una combinación de danza zapateada – golpeando en el suelo con los pies – y poesía cantada en coplas), para Jennifer dar a conocer a Europa la riqueza de la cultura mexicana es como una misión, pues dice: “me siento parte de dos mundos”.
Jennifer Cabrera Fernandez, embajadora cultural de Italia, estrena en enero del 2018 su CD con sonidos, ritmos y matices entrelazados, una carta de presentación de su multidisciplinaria carrera, con una nueva perspectiva de sus propias raíces, y un solo deseo: “compartir la cultura mexicana tan rica en tradiciones”.
Un legado en códices, movimientos dancísticos de poder
De tener la posibilidad de regresar algún día a México, la talentosa bailarina nos confiesa que su legado más importante serían los códices (movimientos de poder) en la danza. Estos están relacionados con la tradición chamánica. Los chamanes” o “curanderos” (es como se les conocen a los médicos tradicionales mexicanos) tienen la fuerza y energía para curar el alma, un legado de la cultura olmeca, muy arraigada en la costa atlántica del país. Ellos han influenciado fuertemente el trabajo de Jennifer, a tal punto que ha empezado a practicarlos, y que desea implementarlos en la danza contemporánea, creyente del poder físico y mental que se obtiene al practicarlos: “me gustaría muchísimo poner estos códices al servicio todos”, afirma sin titubear.
De los chamanes mexicanos, Jennifer ha aprendido la importancia de cerrar círculos, por lo que ahora, a cada proyecto o realización que concluye, siempre finaliza agradeciendo por lo que ha podido terminar.