“Vulcania”: Soñar con otro destino

Una fábula alejada de cualquier realidad conocida donde el tiempo y el espacio pierden su sentido más profundo.

Con su primera película Vulcania,  con actores españoles y producción europea, el director argentino José Skaf invita al espectador a formar parte de una sociedad distópica dividida en dos bandos.  La acción transcurre en un pueblo totalmente aislado. Nadie entra ni sale. El guión podría recordar la película El Bosque (Estados Unidos, 2004) de M. Night Shyamalan pero toma un camino muy distinto.  Jonás, el protagonista interpretado por el actor español Miquel Fernández, condenado a trabajar en una fundición al igual que los demás habitantes del pueblo,  empieza desde los primeros minutos a cuestionar la realidad en la que se encuentra. Huir del pueblo es su principal meta. Al mismo tiempo, descubre unas capacidades extraordinarias que le permiten controlar el magnetismo, como si fuera un mutante recién salido de un cómic de Marvel. A pesar de esta dimensión fantástica, el tono dramático de la película no desaparece en ningún momento. Jonás encarna la voluntad de liberarse de sus cadenas para pasar la frontera sin miedo y alcanzar un lugar más esperanzador.

Aquel otro lugar, legendario, mitificado y denominado La Ciudad por los gobernantes del pueblo se convierte enseguida en el objeto de deseo del protagonista que sueña con llegar allí. La rebeldía de Jonás acaba desatando una persecución física y sobre todo mental que la estética de la película consigue ilustrar de manera eficaz.  Los decorados exteriores ayudan a reforzar la idea de aislamiento. La fundición remite indudablemente  a la revolución industrial y la presencia de una simbología mística provoca un desfase entre un mundo ancestral y a la vez futurista.  El aspecto visual tan cuidado por el director logra crear una especie de armonía que no impide la crítica subyacente a los abusos y condiciones laborales de la sociedad real.

Una sociedad metafórica

 El director parece jugar constantemente con el doble sentido. Buscar una sola interpretación lógica sería imposible e incoherente ya que la puesta en escena pretende confundir al espectador. Secretos,  miedo a hablar, silencio, cuchicheos, violencia, persecuciones,  represión y opresión, toda una serie de características nefastas y típicas de las épocas dictatoriales que se podrían perfectamente asimilar a la dictadura franquista o a la figura del dictador argentino Jorge Rafael Videla. Pero los personajes de esta sociedad distópica también presentan detalles que aluden a otros mecanismos y relatos históricos, como por ejemplo el nazismo. En efecto, Los habitantes del pueblo se ven obligados a llevar brazaletes parecidos a los de los Nazis.

Pese al intento general de reflexionar sobre el sistema de producción y el concepto psicológico de alienación, el director no consigue explotar al máximo el guión. Varios aspectos de la trama hubieran merecido ser algo más desarrollados. Buena parte de la acción transcurre a toda velocidad, lo que deja en el espectador una sensación de frustración. Quedan demasiadas preguntas sin respuesta.

Sylvain Mengo

Calificación: 3/5

Ficha técnica:
Título original: Vulcania, 2016
Nacionalidades: España, Francia y Suecia
Género: Thriller, Drama
Dirección: José Skarf
Reparto: Miquel Fernández , Aura Garrido, José Sacristán, Ginés García Millán y Silvia Abril
Duración: 92 min.
Guión: Diego Soto
Fotografía: Emilio Guirao
Música: Arnau Bataller

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